El libro presenta una compilación de estudios que abordan el tema desde distintas perspectivas, varios de ellos utilizando una base de datos común, que recogió el Proyecto de Investigación de Stephani Alenda (Fondecyt N° 1151503). Dicho proyecto elaboró y aplicó una encuesta a las élites de los partidos de Chile Vamos, la Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN), Evolución Política (EVOPOLI) y el Partido Regionalista Independiente (PRI), entre el 10 de noviembre de 2015 y el 21 de octubre de 2016. Dichos datos permitieron levantar, a lo largo del libro, una serie de marcos teóricos y análisis empíricos que ofrecerán claves para entender cómo se configura doctrinaria y políticamente la derecha chilena.
Suárez-Cao y Muñoz proveen información sobre la derecha en el territorio, e intentarán estructurar la competencia electoral en Chile. Este capítulo analizará las bases electorales de la centro-derecha y su expansión en partidos tradicionales y emergentes. Los datos muestran que en la zona norte de Chile la derecha es menos exitosa electoralmente que en el sur del país. Sin embargo, el texto permite colegir además que el éxito se determina más bien por las características de los candidatos (personalismo) que gracias a las ideas políticas. Los autores analizan además la evolución de apoyos electorales de la derecha desde 1989 hasta 2016. Los datos permiten observar ciertos patrones históricos de ocupación que se han ido entrecruzando con los patrones de personalización del voto, situación que se relaciona con la característica de partidos “atrapa todo” de la derecha. También advierten sobre una especie de contagio territorial dada la cercanía geográfica de los resultados, de qué forma las opciones se asemejan desde una porción territorial a otra, ya sea comunas o regiones colindantes. Lo que permitiría explicar también por qué, por ejemplo, existe la votación asociada al triunfo de la derecha en las tres comunas contiguas de Santiago: Vitacura, Las Condes, Lo Barnechea.
Sajuria, Došek y Alenda desarrollaran la idea de ciclo de vida y diferencias organizativas en los partidos de la centroderecha chilena. De acuerdo a los autores, las características de los modelos de partido de derecha en Chile están marcados por una desconexión con los militantes de base, que se traduce en altos niveles de elitización, y desarraigo social. Ellos además distinguen tres tipos de formaciones en los partidos de la derecha chilena basados en la clasificación de la ciencia política, catch all party (atrapa todo), cartel party (partido cartel de características monopólicas) y corporate party (partido empresa). En todas las categorías anteriores, los miembros de la base partidaria resultan insignificantes para la acción del partido, existe un fuerte componente de la personalización y parlamentarizacion en que las estructuras burocráticas del partido poseen poco poder, los aportes provienen de donaciones privadas y empresas, y los recursos públicos resultan irrelevantes. Por otro lado, las campañas son realizadas por empresas externas. En el análisis empírico para el caso de Chile Vamos, se evaluaron una serie de hipótesis para intentar demostrar cuestiones relativas a la participación al interior de cada partido, el financiamiento, la relación del partido y los cargos públicos, las campañas electorales y los mecanismos de selección de candidaturas. Se pudo observar que la UDI es la que posee menos participación de sus bases partidarias. Respecto al financiamiento, es ese partido el que presenta la mayor cantidad de aportes de empresas, un tercio. Finalmente, en lo referido a campañas políticas la UDI, pero en general todos los partidos de la coalición entregan plena autonomía al candidato/a para organizar su comando. Relativo a los procesos de selección de candidaturas, la UDI sigue siendo altamente excluyente, la selección de candidaturas se hace en círculos estrechos.
Este grupo político es tanto o más ideológico que los liderazgos de la izquierda y centroizquierda, pues lograron imponer un modelo de Estado subsidiario y neoliberal, amparado constitucionalmente, que ha sido muy difícil de reemplazar
Pelfini y Rueda realizan un análisis sobre el entorno de la centroderecha. Los partidos de la derecha chilena poseen un pensamiento conservador, son de origen aristocrático que ha ido evolucionando con el tiempo. Estos partidos ayudaron a profundizar la hegemonía conservadora en la sociedad civil. De acuerdo a los autores, estas organizaciones poseen vínculos con la diversidad del entorno, entre las que cuentan las empresas privadas, la iglesia (no sólo la católica), y las entidades locales (junta de vecinos, clubes de adulto mayor, gremios, empresas, asociaciones multigremiales regionales, cámaras de comercio). Se aprecia un vínculo bidireccional y transversal entre el empresariado y los partidos de Chile Vamos, no solo a nivel nacional sino también subnacional.
Los últimos dos capítulos permitirán al lector conocer acerca de las nuevas derechas en Argentina y Brasil. Vommaro brinda un análisis para entender la Propuesta Republicana (PRO) de Mauricio Macri y su cultura. El PRO nace como una apuesta de renovación y profesionalización de la política argentina que luego de la crisis institucional y económica de 2001 deciden formar un partido, el cual guarda una particular perspectiva sociocultural, proveniente de la empresa privada, muy distinta a la lógica peronista, que suele ser más barrial y politizada. El PRO y sus candidatos son emprendedores y arriesgados, pero a su vez apuestan por la caridad y el voluntariado; de esa forma se relacionan con los entornos políticos y sus adherentes. Su cultura está fuertemente marcada por las prácticas empresariales. Sus ceremonias partidarias son algo así como las fiestas de fin de año de las empresas, incluyendo también la estética. Su relación con los electores se basa en una invitación a mirar una ciudad por proyectos, hacer lo público es la prolongación de lo privado en la gestión pública de la ciudad. Introduce recursos del management.
El libro culmina con el capítulo referido a Brasil. Bolognesi, Codato, Babireski y Roeder ofrecen una clasificación ideológica y sociográfica de las derechas brasileñas. Los autores advierten un declive electoral de la derecha tradicional brasilera cuya estrategia de supervivencia consistió en pactar con el Partido de los Trabajadores, particularmente en lo relativo a la política social. Sin embargo, la derecha ha ido buscado otras formas de expansión a través de los micropartidos o también conocidos como partidos personalistas que se han incrementado en un 600% entre 1998 y 2014. El texto entrega además nuevas categorías de los perfiles sociológicos de los líderes emergentes, como los políticos profesionales, profesionales de profesiones liberales, trabajadores urbanos y rurales y las nuevas dirigencias. Esta última categoría, permite al lector entender cómo los partidos personalistas han utilizado estos nuevos liderazgos tales como comunicadores populares y líderes religiosos. Dinámicas de poder que podrían haber posibilitado el surgimiento de un liderazgo como el de Jair Bolsonaro el 2018
Anatomía de la derecha chilena es sin lugar a duda un aporte a la literatura de los partidos políticos, y al análisis de las derechas, la cual es escasa a nivel mundial y latinoamericano. Permite además despejar una serie de mitos, tales como que los representantes de Chile Vamos no poseen ideología ni ideas políticas. Este grupo político es tanto o más ideológico que los liderazgos de la izquierda y centroizquierda, pues lograron imponer un modelo de Estado subsidiario y neoliberal, amparado constitucionalmente, que ha sido muy difícil de reemplazar. Es tan poderosa su matriz ideológica que acabó por moldear una sociedad chilena despolitizada, desinteresada en los asuntos públicos, preocupada por el consumo, reemplazando la política por los expertos y el dominio completo de la tecnocracia, obligando a los partidos de la centroizquierda (quienes acabaron por profundizar todo) a gobernar bajo estos parámetros. Muchos de ellos, al parecer, acabaron acostumbrándose, ya que, a pesar de haber sufrido un estallido social que puso en tela de juicio estos valores, todavía se resisten a ser modificados.
Las conformaciones de la derecha chilena resultan interesantes, particularmente luego de un estallido social, que hizo pensar a una serie de analistas políticos e intelectuales que la derecha generaría un vuelco para parecerse un poco más a sus pares europeos, conscientes de otorgarle plena libertad a las mujeres sobre sus cuerpos y a reconocer las diversidades sexuales. Por otro lado, algunas personas pensaron que, luego de todo el cuestionamiento a la acumulación excesiva de la riqueza y el poder de la élite chilena, así como los años de exclusión política de sectores importantes de la sociedad, como los pueblos indígenas e incluso los estratos sociales más pobres, la derecha liberal no sólo renovaría sus ideas sino además podría expandirse entre las sensibilidades políticas al interior de Chile Vamos. No obstante, la elección presidencial de 2021 produjo un efecto totalmente contrario. José Antonio Kast, una figura de la derecha radical, que defiende valores autócratas, obtuvo el liderazgo del sector, y los liberales no dudaron en apoyarlo, lo que de inmediato permite advertir un desdibujamiento de su propuesta ideológica. Resulta difícil para la ciudadanía pensar en niveles de coherencia política si se levantan valores postmateriales por un lado, para luego apoyar a un candidato que planteó suprimir el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, negó los efectos de la crisis climática, y se comprometió a generar una policía para perseguir disidentes.
Hoy en día, la derecha en su conjunto se encuentra apoyando la opción de rechazar la nueva constitución que fue redactada por medio de un proceso democrático que incluyó paridad, pueblos originarios y personas del mundo independiente. El proyecto contiene derechos sociales consagrados, y es un avance sustantivo en valores liberales. Inexplicablemente, la “nueva derecha” incluyó en su lista de candidaturas a la Convención Constitucional radicales de derecha, cuyo desprecio a la democracia y hacia el proceso fue posible observar en los debates del propio órgano constituyente, en que las mujeres al pedir una ampliación de sus derechos sexuales y reproductivos fueron tratadas como “activistas de la cama”, o por personas que, de plano, se encargaron de horadar el proceso constituyente. Todas ellas pertenecientes al mismo sector.
Es de esperar que en el futuro la doctora Stephanie Alenda nos entregue más antecedentes sobre estos nuevos acontecimientos. El resurgir de una derecha reaccionaria y autocrática, el desalineamiento ideológico y programático de la nueva derecha y también una anatomía de los procedimientos internos de los partidos de la derecha, para conocer cómo trabajan, cómo operan y cómo se comportan en el Poder Ejecutivo, interceptando aspectos formales e informales. Es sabido que una de las características principales de la política chilena, es el uso de redes familiares y circunstanciales que configuran los mapas de actores políticos.